El Ekeko, o también conocido como el Dios de la abundancia, proviene de la mitología andina prehispánica. Es una pequeña efigie que representa a un hombre de baja estatura, de contextura gruesa, con vestimenta típica andina y con sus brazos levantados. Este pequeño Dios disfruta de su máximo apogeo en las fechas decembrinas hasta el 24 de enero, donde se cumple el solsticio de verano en el sur.
Una festividad que ha ganado mucho reconocimiento, sobre todo en el Siglo XX, es la feria de las Alasitas, donde podemos encontrar por cualquier lado que se mire, esta pequeña estatua esculpida en yeso, madera o cerámica. El ekeko es comúnmente retratado con diversos suministros, dinero, monedas y alimentos, ya que cada uno de estos representa los bienes que se desean poseer.
¿De dónde proviene el Ekeko?
Si bien los investigadores han intentado averiguar de dónde proviene el Ekeko, la verdad es que su origen sigue siendo un misterio. Aunque por su manera de ser representado, se ha llegado a la conclusión que surgió en la época colonial en el altiplano sur andino que comprende los países de Perú y Bolivia.
Para los examinadores andinos, el ekeko nace en la cultura pucará, una cultura que se desarrolló mucho antes de Tiahuanaco en territorio peruano. Donde es representado como un fuerte amuleto para captar la buena energía, abundancia, proteger el hogar, encontrar un compañero de vida y dispersar entidades malignas.
Cuenta la leyenda que esta pequeña divinidad andina suele ser caprichosa y demanda bastante atención, ya que según quienes poseen uno afirman que, así como puede dar, puede quitar. Muy aparte de lo que se suele dar como ofrenda, hay quienes dicen que hay que hacerlo fumar por lo menos de 2 a 3 días a la semana, ofrecerle alcohol y/o bebidas espirituales y dedicarle oraciones acompañados de pétalos de flores.
El ritual para seguir después de obtener un Ekeko, es llevarlo con el rostro cubierto al lugar que se pretende cuidar. Después de esto se le debe enseñar al ekeko el ambiente y así sabrá cuál es el territorio que deberá proteger, seguido de esto colocará al pequeño Dios en el lugar más cómodo posible.
En el actual occidente boliviano, la fe que se tiene respecto al ekeko parece estar muy lejos de desaparecer, pues a la fecha de hoy sigue estando vigente. Aunque según las circunstancias o entorno, los habitantes del altiplano peruano y boliviano se debaten entre sí este es un Dios bondadoso o malvado.
Es así como esta pequeña estatuilla que representa la bondad y la abundancia ha escalado a través de los años para situarse en el hogar de muchas personas creyentes. Que depositan sus máximos anhelos en los brazos de este Dios, esperando que se les sea materializado todos sus deseos.