La herradura de la buena suerte tiene un origen más que entrañable y curioso.
Seguramente, que muchos de vosotros no se han parado en conocer la historia de la herradura de la suerte.
En ese artículo, te vamos a explicar cual es el origen de la herradura de la suerte que tiene su raíz en una leyenda muy interesante que al final pocos conocemos. No quita que los ingleses o británicos la conozca bien ya que el nacimiento de la herradura como amuleto proviene de allí.
Probablemente, algún amigo, familiar o tú mismo la tenéis colgada sobre la puerta de la entrada de la vivienda con el único propósito pedir protección de la mala suerte dando al hogar una energía positiva alejando toda maldad o malas vibraciones.
Ahora bien vamos al punto principal que es saber como empezó la costumbre de poner una herradura en casa.
Indice
Historia de la herradura de la suerte
El origen de esta creencia está basado en San Dunstán un santo originario de Inglaterra.
¿Quién es San Dunstán?
Estamos en el siglo X donde Dunstán era un abad en una pequeña fragua en el suroeste de Inglaterra (Reino Unido) en la que su afición era la herrería. De ahí, que también es el “Patrón de los orfebres”.
Dunstán acabó siendo un consejero (ministro) importante para varios reyes, siendo una eminencia en la religión de Inglaterra y muy respetado por todo el entorno eclesiástico y social.
Con los años, fue nombrado Arzobispo de Canterbury donde falleció en el año 988 a los 79 años. Su canonización fue en el año 1029, lo que lo convirtió en San Dunstán.
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Aquí es donde entra en juego Dunstán. La leyenda cuenta que el diablo se le apareció en dos ocasiones que te vamos a contar a continuación.
La primera aparición del demonio ante Dunstán fue bajo la forma de una bella mujer intentando seducirlo. Dunstán al ser indiferente a esas actuaciones, entonces el diablo recuperó su aspecto habitual.
Dunstán al darse de cuenta de quien era, cogió su tenaza caliente y agarró al demonio por la nariz.
Dice la leyenda, que el dolor era de tal magnitud que los gritos del demonio se pudieron escuchar a 30 km a la redonda.
El demonio consiguió escaparse después de tal sufrimiento corriendo por la puerta con el rabo entre piernas
De ahí, vemos a San Dunstán habitualmente en sus retratos con una tenaza en la mano.
La segunda aparición del demonio ante Dunstán surgió también durante sus actividades en tiempo libre haciendo cálices y otros utensilios para el uso de la abadía se le apareció una extraña criatura (mi-hombre y mi-animal) pidiéndole que se le pusiera un par de herraduras.
Aquí es donde Dunstán lógicamente con cautela y desconfianza (recordando su anterior mala experiencia) cogió toda su herramienta de orfebre como el martillo, un clavo al levantar la pata del extraño ser se percató que eran pezuñas y no pies. Se dio cuenta de que estaba ahí era de nuevo el mismísimo demonio.
Aquí su reacción fue muy astuta ya que hizo que no se daba cuenta y cogió esa pata y con valentía y sin dudar cogió el martillo y con todas sus fuerzas clavó las herraduras de una forma tan dolorosa que el diablo pedía clemencia.
Dunstán aceptó parar con el dolor del diablo pero antes le hizo prometer que no volviese más a entrar en una vivienda con una herradura presente en la puerta de entrada.
Estas celebres actuaciones e incluso cómicas con la cual Dunstán hizo frente al diablo hizo que se hicieran famosas a tal punto que la herradura se convirtió en la que conocemos hoy como uno de los mejores amuletos de la buena suerte.
¿Qué te ha parecido este artículo? Esperamos que te haya aportado más conocimientos sobre los santos y sus amuletos.
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